piedrin cover image lo.jpeg

Piedrín

Piedrín considers contemporary artistic practices in, from, and around Guatemala. A collection of small pieces, Piedrín gestures toward building something, in conversation. /// Piedrín considera las prácticas artisticas contemporáneas en, desde, y alrededor de Guatemala. Una colección de pedacitos, Piedrín es un gesto para construir algo, en conversación. /// Piedrín is a project published by Laura August with generous support from the Creative Capital | Andy Warhol Foundation Arts Writers Grant Program.

Encontrar la velocidad del mundo.

Querida Laura,

Supongo que hubiera podido decirte “no” cuando me invitaste a Guatemala para hacer una residencia y entablar un diálogo contigo y Lily Cox-Richard en Yvonne, pero, al final ¿de qué me hubiera servido? Nuestra amistad siempre se ha basado en la confianza y el cariño –desde sus inicios como un grupo de escritura (con Chelsea Weathers y Tara Kohn) hasta en esta conversación a distancia que atraviesa estados y fronteras. La posibilidad de despertar y conversar contigo cada día durante tres semanas era demasiado tentadora. Gracias por tu invitación, y en especial, gracias por todo lo que sucedió durante ese tiempo.

Aprendí mucho – en gran parte porque me animaste a abrirme a lo que Guatemala ofrecía-. Esa es una de las cosas que más aprecio de tu trabajo, la insistencia en que hay que apegarse a la vida, estar presente y vivir en comunidad con los demás. A veces es difícil acordarse de que es una opción posible, y todavía sigo aprendiendo las muchas lecciones que me diste  nada menos que una forma de vida.

Me hablas de la prisa. ¿Te puedo contar una anécdota? Cuando estaba en el colegio, tenía un amigo (un conocido, en realidad) que un día me dijo “Yo siempre sé dónde estás en el campus, porque incluso cuando estás lejos, eres el punto que se mueve más rápido que los demás”. Esta sorprendente observación vino una semana después de que un profesor me preguntara, bromeando (¿medio bromeando?) si andaba speed. Camino rápido, hablo rápido, y a veces mis palabras tropiezan en mi lengua. La velocidad del mundo es algo que considero digno de intentar alcanzar, aunque mi capacidad de aceptarlo y resistirlo cambie cada día, cada semana, cada año, a medida que voy aprendiendo cuando mantenerme y cuando esforzarme. Respirar es bueno (como lo sugieres), centrarse también lo es. Pero nunca he sido adepto del yoga, casi nunca me quedo quieto en un solo espacio. Empiezo un videojuego, veo un programa basura en la tele, me junto con mis amigos en un bar para ver RuPaul’s Drag Race.

Esta es sólo una de las maneras en las que somos diferentes. Sé, por ejemplo, y tu carta lo evidencia, que te resistes a la idea de ser miembro de una institucióny de entregar la vida al mundo académico; yo, en cambio, he buscado eso, incluso cuando me estaba volviendo loco siendo maestro, trabajando de mesero, de freelance como escritor y curador. Creo que por eso te pareció chocante el comentario que le hice a Lily cuando estábamos en el carro. Lo que te quiero decir es que esto es parte del lenguaje de mi amistad con ella, de cómo nos hemos hecho ganas en la montaña rusa emocional que provoca la vida en y alrededor del mundo académico. Creo que en parte fue el crisol en el que se nació nuestro lazo.

Pero entiendo tu desconfianza y escepticismo. Cualquier persona en su sano juicio debería de tener sus dudas en cuanto al estado de la educación superior (su privatización corporativa y entumecimiento administrativo, su dependencia al trabajo precario de los auxiliares, su vampirismo financiero de los recursos de los estudiantes, la postura de producción agresiva y a la defensiva). Cuando en nuestra antigua universidad quisieron anunciar en su boletín que yo había conseguido un trabajo, me negué a que lo hicieran porque no quería volverme la zanahoria en la cabeza del caballo. Me dijeron, “tu éxito les demuestra a nuestros estudiantes que encontrar trabajo sí es posible”. Mi experiencia, hasta hace poco, demostraba todo lo contrario. Les pregunté si podían publicar una captura de pantalla de los cientos de fólderes de aplicaciones que tenía entonces en mi escritorio. Cada uno tenía el nombre de una escuela o de un museo, seguido de un guión y de un “NO”.

A pesar de estas reservas, considero que hay un trabajo importante que hacer dentro de ese sistema. ¿Alguna vez te he contado que mi madre trabajó por más de treinta años como abogada del gobierno del estado de Texas, para una agencia que se llamaba Departamento de la salud mental y del retraso mental? Ella regresaba a casa contándome historias de terror sobre las condiciones de las escuelas y de los hospitales públicos, sobre la dificultad de contratar y mantener gente calificada, de las largas listas de espera de las familias con necesidades básicas urgentes. Tú conociste mi madre, a quien  describo en broma como una Ina Garten sin casa en Hamptons, así que entiendes su manera de ser. ¿Por qué una persona de ese tipo (buena, cariñosa, ética) no se sale de ese sistema colapsado? ¿Por qué una persona de ese tipo no prefiere trabajar para una bufete de abogados que responsabilice al gobierno por mejorar la calidad de la atención y de la distribución de los recursos? No puedo contestar esas preguntas por mi madre, pero a veces siento que estoy repitiendo la misma historia, encontrando mis propias respuestas.

Guatemala. Por un lado está el trabajo que pensaba hacer (aislado, centrado en la escritura que me ha preocupado desde que somos amigos) y por otro lado, está el trabajo que realmente hice (visitas de talleres, desayunos chapines, mc conos navideños y a veces caminatas silenciosas por terrenos complicados). Me dejé llevar por ti a propósito, y tuve el placer de experimentar tu ritmo en medio de tu mundo social. Para mí está claro que este lugar es tu nuevo hogar, el cariño se nota en tus relaciones y se ve que tienes cosas importantes que hacer allí.

Conexión es una palabra que usan mucho los viajeros para indicar, en retrospectiva, qué tan importante fue una experiencia. La ilusión de que estás atado a una experiencia indeleble a través de un nudo de memorias y afectos de un lugar. Cuando estaba en la secundaria, a mis amigos y a mí nos animaron a viajar a Israel para “sentir una conexión” con ese lugar. Decir que siento una conexión con Guatemala me suena absurdo y hasta imperialista… después de todo, solo estuve tres semanas. ¿Qué tanto pude conocer?, ¿qué tanto pude ver?, apenas, en realidad… y sin embargo… sé que hay mucho más que hacer, más artistas con los que seguir hablando. Quizá es esta sensación de lo que viene cuando escribo que siento una conexión con Guatemala; esta frase aún no se termina, solo he puesto un punto y coma, uno de tantos, quizá.

Estoy leyendo, de a poquito, cosas que son útiles para mi trabajo. Cosas que encuentro interesantes para mis clases. Aprendo más sobre la nueva ciudad en la que estoy viviendo (tengo una pequeña pila de libros para leer en el verano y aprender más sobre Los Ángeles a principios del siglo 20). Esto es placer para mí, se siente como una vida plena, y cuando ya no lo sienta así, supongo, cambiaré de dirección. En esto, al menos, tenemos algo en común.

En el inicio de nuestro nuevo gobierno, que cada día lanza bombas geopolíticas que parecen reorganizar mi sentido interno de cómo son las cosas y de cómo son las personas, te agradezco por este espacio de generosidad y conexión que has creado.

Me mandaste muchas preguntas, pero yo sólo tendré una para ti: ¿cuándo y en qué circunstancias repetimos esto?

“Hoy existe el mundo”, es cierto.

Besos,
Andy


Andy Campbell, PhD estuvo en residencia en el programa Yvonne entre diciembre y enero de 2016-2017. Para más información sobre su trabajo, visita andycampy.com y sobre Yvonne, visita yvonne.soy.